
Regresó a Suiza al comienzo de la I Guerra Mundial y después de diagnosticarle esquizofrenia, fue ingresada en el hospital psiquiátrico de Cery-sur-Lausanne y más tarde en el sanatorio de La Rosière, en Gimel-sur-Morges, un establecimiento especializado en enfermos mentales crónicos en el que residió hasta su muerte. Ése fue el inicio de su carrera artística en la que los amantes y su pasión por la ópera tienen un papel fundamental.
Aloïse puede encuadrarse dentro del movimiento conocido como art brut y tuvieron que pasar muchos años para que fuese reconocida artísticamente. Un año antes de morir, en 1964, fue la invitada de honor de la exposición Escultura y Pintura Suiza, celebrada en el Palais de Rumine de su ciudad natal, y a partir de ese momento le llegó el reconocimiento internacional.