Al percibir aquel sonido le parecía sentir el soplo de esos lugares que invitan al recogimiento y la devoción, a andar con respeto y sigilo llevando el sombrero en la mano. Creía también oír el silencio lejano y pacífico de esos lugares de sonoros ecos; el sonido de aquellas sílabas hacía que mezclara sensaciones sagradas con los pensamientos de la muerte y la historia, y todo eso le parecía agradable.
La Montaña Mágica
Thomas Mann
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