Confieso que este divertimento me está ofreciendo sorpresas impagables. De las mejores, la que he conocido esta tarde comiendo con unas amigas, una de las cuales vive en Ginebra desde hace ya varios años.
Sabía de la afición de los japoneses por el flamenco, por los toros y por cualquier cosa que se les ocurra, pero he descubierto que en Suiza existe toda una diva del arte más jondo con enfervorizados fans de las más diversas procedencias: desde los amantes del flamenco puro a melómanos clásicos o devotos del jazz.
Se llama Nina Corti y nació en Zürich de padre italiano, viola de la Tonhalle, y madre polaca. Tiene formación clásica y admite que no es una bailaora pura y que su arte tiene mucho de fusión de culturas. Los críticos destacan la originalidad de sus espectáculos y sus audaces instrumentaciones y coreografías.
Dícen que se inspira en los compositores españoles clásicos, como Turina y Falla, y lo mismo baila acompañada de violín y piano que de una orquesta sinfónica o unos instrumentistas de jazz. Ha trabajado con Quincy Jones, los Gipsy Kings, Manolo Sanlucar, Vicente Soto, Antonio Canales, el Habichuela y la Tonhalle de Zürich y ya ha debutado en Madrid y Sevilla, al parecer con gran éxito, acompañada por el Nina Corti Ensenble, el grupo que la acompaña habitualmente desde finales de los 70, lo que demuestra que no es una recién llegada más.
Lo cierto es que viendo algunas fotos, sí parece que la señora tenga duende aunque sea alpino.
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