
A los 17 años emigró con sus hermanos a Ginebra. Allí, primero trabajó como manceba de farmacia, en medio año se pasó a la banca y llegó a apoderada del Crédit Lyonnais, más tarde pasó a la empresa química Rhône Poulenc e incluso montó un bar, La Cour du Cygne, en la ciudad vieja.
En su discurso de toma de posesión, Bolay, de 57 años, habló de la integración de los extranjeros en la sociedad suiza, a partir del papel como tierra de refugio que jugó Ginebra en los siglos XVIII y XIX, y se refirió a la necesidad que el país helvético tuvo de mano de obra inmigrante desde los años 60 del siglo pasado. Esta emigrante gallega aseguró que sus compatriotas están muy bien vistos en Suiza porque van a trabajar, pero recordó que ella misma pasó por momentos difíciles al principio porque se encontró con mucha xenofobia.
La coruñesa, diputada por el Partido Socialista (PS) durante las últimas tres legislaturas, presentó el año pasado su candidatura a la presidencia del Parlamento Cantonal, aunque en esa ocasión tuvo que conformarse con la vicepresidencia. El jueves, salió elegida con 68 votos a favor, 15 abstenciones y cinco votos en blanco y supongo que lo celebró con los mejores percebes del mundo: los de su pueblo natal.
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