Se doctoró en medicina en Ferrara (Italia) y su interés por el conocimiento le llevó a pasar gran parte de su vida viajando. Fué profesor de la Universidad de Basilea y era bastante friki en sus maneras de ser y de pensar, actitud ésta que le proporcionó algunos enemigos.
Concebía al individuo como una porción del universo en la que están presentes todas las fuerzas que en él operan; por ello, concibió cuatro principios en los que debía apoyarse la medicina: la filosofía, la astronomía, la virtud y la alquimia. Pensaba que si Dios había creado la enfermedad, también habría dispuesto y el remedio, siendo labor del alquimista su hallazgo. Sostuvo que las verdaderas causas de las demencias eran orgánicas y no diabólicas.
Sus escritos sobre las deficiencias mentales condicionaron el modo de pensar de futuras generaciones, que desde entonces trataron de explicar tales fenómenos con argumentos sensatos, dejando de lado los razonamientos supersticiosos.
Murió en 1541.
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