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miércoles, marzo 25
Del sentimiento primaveral
'Nuestros sentimientos son la fuerza viril que despierta a la vida. La vida duerme. Quiere ser despertada para desposarse en la embriaguez con el divino sentimiento. Porque el sentimiento, joven, es divino. El hombre es divino en la medida en que es capaz de sentir. Es el sentimiento de Dios. Dios le ha creado para sentir a través de él. El hombre no es más que el órgano mediante el cual Dios se desposa con la vida, despierta y embriagada'.
Mynheer Peeperkorn en 'La Montaña Mágica', de Thomas Mann
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11 comentarios:
Incluso sin tener la más mínima duda sobre el tema divino, no puedo dejar de aplaudir tu gusto y el de nuestro admirado Thomas Mann, suscribiendo palabra por palabra ese hermoso párrafo.
Un beso.
Hola Sir, me alegro de verte otra vez en forma. En tu blog, quiero decir.
Deduzco, y tú me corregirás si me equivoco, que niegas lo divino. Y si es así, dime, ¿Cómo interpretar este párrafo? Para mí, si quito a Dios, pierde todo significado.
Bueno, Mann dice: "Porque el sentimiento, joven, es divino. El hombre es divino en la medida en que es capaz de sentir. Es el sentimiento de Dios. Dios le ha creado para sentir a través de él. El hombre no es más que el órgano mediante el cual Dios se desposa con la vida, despierta y embriagada". Soy un desastre para las figuras literarias, pero debe haber alguna que designe esto: el creador es asumido como creación de lo realmente creado; el hombre crea a Dios por puro miedo a su ignorancia esencial y a la muerte (dos constantes inevitables), hasta el punto de que uno de los momentos más intensos de su vida no es más que la prueba de que Dios usa al hombre como mero intermediario, mera forma de unirse con la naturaleza. No digo que Mann hubiese exagerado a sabiendas, pero así lo experimento yo, como una exageración hermosa para describir adecuadamente algo realmente colosal, algo de lo que, por otra parte, la foto que pusiste junto al texto, da también una idea bastante justa.
Tal vez no me haya explicado. Prometo explicarme mejor en mi blog, aunque aclaro, de momento, que con ignorancia y miedo a la muerte me refiero a algo que todos sufrimos de una u otra forma.
Besos, y yo también me alegro de reencontraros...
Me sumo al aplauso...
A mi me parece que esta reflexión de Mann, puesta en boca de un personaje muy secundario, es un bonito contraste al ambiente del balneario. En Berghof prima el culto a la muerte; están allí enterrados en vida y felices de estarlo, además. Y este párafo es un campanazo a la importancia de la vida, a desperezarse y a rechazar esa 'atracción fatal' que ejerce el balneario con sus huéspedes, enfermos o no. Y en él, el sentimiento de que el hombre es una criatura de Dios, llamado a algo más que a sestear esperando la muerte me parece fundamental.
Tienes que sabértela de memoria. Te has tratado esta obsesión?
No tengo obsesión, así que no me la he tratado. ;-)
Un beso.
Vuelvo a suscribir lo que dices, excepto eso de que el hombre es una criatura de Dios. Por supuesto, no sabría decirte con seguridad si Mann usa aquí la idea de Dios, si sólo la pone en boca de ese personaje secundario pero inolvidable, o si realmente él cree en esto. No obstante, esta diferencia no creo que nos impida a ninguno de los dos sentir el mensaje del pasaje, por supuesto.
Por lo que respecta a tu presunta obsesión, la sensación que tengo meses después de leer el libro es de nostalgia, de echarlo mucho de menos, y de que es un libro para perderse en él muchas, muchas veces, y aun así, quedarse uno sin visitar muchos de sus rincones.
Besos.
¿Sabes por qué pienso que Dios si es importante para Mann en este pasaje y que le interesa resaltarlo? Porque otro personaje que rechaza el culto a la muerte y a la enfermedad que impera en el balneario es Settembrini, pero éste la rechaza desde la razón, sin equívoco alguno.
En cualquier caso, estoy de acuerdo contigo en que nuestros puntos de vista diferentes no nos impide a ninguno a los dos disfrutar del pasaje y del libro.
Espero tus argumentos en tu blog con impaciencia. Un beso.
Doña Elena, no es obsesión es fijación.
¡De las gordas!
No creo que sea para tanto, la verdad.
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